Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía, advirtió sobre lo que llamó la “ilusión de comprensión”, descrita como el proceso de hacer juicios rápidos sobre temas complejos basados en impresiones superficiales. Este tipo de juicios rápidos y superficiales, tan habituales en tiempos de crisis, distorsionan la realidad y sacan a la luz propuestas descabelladas para temas delicados que tienen un gran impacto en la vida urbana, como es el caso del transporte público en nuestras ciudades.
En plena era digital, la movilidad urbana está experimentando una transformación sin precedentes, impulsada por los avances en las telecomunicaciones y la digitalización. En este artículo comento cómo esta revolución tecnológica está reconfigurando los patrones y la necesidad de las personas de moverse, privilegiando el flujo de información y mercancías. En parte, está claro por qué ha habido una gran caída en los pasajeros del transporte público en los últimos 20 años. Digo en parte porque otros factores han propiciado la caída de la demanda de transporte público: el aumento del uso de motos y coches y el envejecimiento de la población con un número creciente de jubilados son algunos ejemplos.
La digitalización y las telecomunicaciones han reducido significativamente la necesidad de desplazamientos físicos. El auge del trabajo remoto muestra cómo la digitalización ha eliminado los desplazamientos diarios. El comercio electrónico ha transformado el acto de comprar. La gente busca ahorrar tiempo y evitar el estrés del tráfico.
En comunidades y condominios se están implementando miles de minimercados o minifarmacias, en sistemas de autoservicio. Los nuevos lanzamientos inmobiliarios ahora incluyen espacios reservados para la entrega. Hay fuertes tendencias a reducir los desplazamientos de las personas en las ciudades.
Si la educación a distancia ya crecía a nivel universitario, ahora se ha vuelto inevitable, al menos algunos días de la semana, incluso para la escuela secundaria. Los alumnos acceden al contenido de las asignaturas sin salir de casa. ¿Qué tal una clase con videos, imágenes, gráficos e inserciones de debates y encuestas en línea en lugar de una pizarra frente a una audiencia adormecida? ¿Qué tal una reunión una vez a la semana con evaluaciones y discusiones cara a cara? Como en todos los cambios, hay aspectos positivos y negativos que deben ser evaluados por los educadores, ya que la tendencia a disminuir los desplazamientos diarios está presente incluso entre los jóvenes.
El entretenimiento digital, a través de las plataformas de streaming, ha revolucionado la forma en la que consumimos cultura y ocio. La posibilidad de acceder a miles de películas, música y juegos desde cualquier lugar, en cualquier momento, con descansos bajo nuestro control, ha reducido significativamente el número de viajes a cines, teatros y conciertos, impactando directamente en la movilidad urbana.
“La digitalización y las telecomunicaciones han reducido significativamente la necesidad de viajes físicos”
Sustituir las reuniones presenciales por las virtuales ha demostrado ser no solo posible, sino también eficiente. Los servicios religiosos, los velatorios, las audiencias públicas, las defensas de tesis académicas, con la participación de decenas de personas, se han convertido en algo habitual. Las empresas han visto el mantenimiento y, en algunos casos, el aumento de la productividad en muchas reuniones virtuales. El seguimiento de la agenda, el intercambio de presentaciones, las votaciones, los sondeos de opinión, la creación de subgrupos de discusión son mecanismos que agilizan y organizan mejor muchas reuniones de trabajo. Todo ello sin necesidad de que los participantes se desplacen.
La telemedicina merece un texto exclusivo. Centrémonos en los aspectos relacionados con la movilidad urbana. Las consultas preliminares con médicos, nutricionistas y psicólogos se están llevando a cabo de forma remota. Una vez que se prescriben algunas pruebas clínicas, la primera reunión cara a cara se vuelve más efectiva. Posteriormente, el seguimiento en muchos casos continúa en línea.
Hasta principios de la década de 2000, decenas de miles de personas acudían a los bancos todos los días. Desde entonces, la digitalización de los servicios bancarios ha experimentado un fuerte crecimiento. Los cambios fueron drásticos. En Brasil, solo en los últimos 4 años se han cerrado más de 3000 sucursales. Los que se quedaron se hicieron más pequeños con raras citas cara a cara. Han surgido nuevos bancos que ofrecen servicios exclusivamente en línea, sin sucursales físicas. No es necesario que una agencia abra cuentas, transferencias bancarias (TED, PIX), pagos, inversiones, préstamos e incluso para solicitar, desbloquear o bloquear tarjetas de crédito. ¡Incluso en la última década era común ir al banco a cobrar o depositar un cheque!
Incluso la burocracia se ha digitalizado, ahorrándote la necesidad de ir y venir a las notarías y a tantas otras oficinas públicas. Hoy en día es posible renovar documentos, solicitar numerosos certificados además de realizar consultas online. La autenticación de los documentos escaneados y la firma digital también se realizan en línea. Se eliminaron decenas de viajes hacia y desde organismos públicos, incluso para la emisión de un duplicado. El resultado: una enorme reducción de los viajes gracias a la digitalización.
Los continuos cambios tecnológicos conllevan otros grandes cambios que acaban afectando en gran medida a la demanda de transporte urbano. La digitalización ha llevado a la posibilidad de una mayor descentralización de las actividades urbanas, el fortalecimiento del comercio de barrio, el crecimiento de nuevos subcentros dentro de las ciudades. La digitalización ha allanado el camino para las redes sociales, lo que a su vez ha fortalecido la economía colaborativa. Estos son cambios de comportamiento marcados. Todo ello conlleva a una menor necesidad de largos desplazamientos, lo que va de la mano de la descarbonización de nuestra economía, tan necesaria para hacer frente al cambio climático.
Las preguntas siguen siendo: ¿qué se puede hacer para fortalecer el uso colectivo del transporte? ¿Cómo podemos ajustar el uso y ocupación del suelo de nuestras ciudades a los nuevos tiempos? ¿Cómo podemos hacer que estos cambios socioeconómicos sean más saludables en nuestras ciudades?